lunes, 14 de julio de 2014

¿Qué dicen las Ciencias Sociales de la crisis?

Ya estamos en pleno Congreso. Más de 100 personas que tenemos bastantes claras las preguntas que debemos hacer en este momento: ahora habrá que trabajar las respuestas. A partir de mañana, cuando finalice el encuentro, intentaremos reflejar en este blog los resultados.
En la página web de la Asociación Vasca de Sociología y Ciencia Política puede encontrarse una amplia información relativa al Congreso.
EL DIARIO NORTE se ha interesado por el Congreso, y hoy publica una pequeña referencia al mismo.
También el periódico DEIA publica hoy una entrevista más amplia. A ambos diarios, así como a las distintas emisoras de radio que se están haciendo eco del Congreso, muchas gracias.

IMANOL ZUBERO SOCIÓLOGO (UPV/EHU)

"La cuestión es frenar esta tendencia de la economía a desvincularse del resto de procesos sociales y políticos"

Revisita a Berger: “que la historia no sea una pirámide de sacrificio donde para que a algunas personas nos vaya bien a otras, que son mayoría, les tenga que ir muy mal”
J. FERNÁNDEZ - Lunes, 14 de Julio de 2014
Imanos Zubero sociólogo de la UPV/EHU.

BILBAO - Más de un centenar de investigadores sociales, entre los que se cuenta Imanol Zubero (Alonsotegi, 1961) analizarán durante hoy y mañana en Sarriko las causas, condiciones, salidas y posibilidades de esta multidimensional crisis.
¿Cuál es la función de las Ciencias Sociales en todo este entramado de dramas, conflictos y nuevos escenarios creados por la crisis?
-Más que de función, porque nadie nos lo ha solicitado, yo hablaría de cuál es la capacidad o el potencial de las Ciencias Sociales en este escenario. Las Ciencias Sociales tienen la posibilidad de hacer dos cosas muy necesarias: pueden contar, pero también pueden narrar la crisis.
Contar y narrar...
-Pueden contar la crisis; es decir, investigar y dar a conocer las dimensiones más objetivas de la crisis: qué consecuencias tiene, a quiénes afecta más, cómo transforma las vidas de las personas afectadas, quiénes salen beneficiados y quiénes perjudicados. Y hacerlo desde una perspectiva científica, justificando sus afirmaciones. Esto es muy importante ya que no siempre escuchamos argumentos, y en particular el mundo de la política y el de la economía se ha llenado últimamente de conceptos y discursos vacíos de contenido.
¿Por ejemplo?
-‘Comienzo de la recuperación’, ‘brotes verdes’, ‘desaceleración de la pérdida de empleo’, etc. Hay que dejarse de eufemismos y contar lo que pasa de manera argumentada. Pero no basta con esto.
No basta.
-También es necesario presentar una narrativa que dé sentido a lo que ahora está pasando. La crisis actual presenta características propias, pero no deja de ser parte de un proceso de transformación del capitalismo que se inició en los años ochenta, con la neoliberalización y la financiarización del mundo.
El capitalismo ha sobrevivido a anteriores crisis ¿todavía hay motivos para ser optimistas y creer en que es posible alcanzar un nuevo modelo más justo, sostenible,...?
-Ya hemos conocido un capitalismo más humano; aquel que predominó en Europa, sobre todo, pero también en Estados Unidos, entre 1950 y 1980 y que denominamos Estado de Bienestar. Se trató de un momento histórico en el que la economía estaba incrustada en los sistemas sociales. No como ahora que funciona de manera tan autónoma que se ha vuelto en contra de las sociedades y de los gobiernos.
¿Y entonces?
-La cuestión fundamental en estos momentos es frenar, primero, y revertir, después, esta tendencia de la economía a desvincularse del resto de procesos sociales, políticos y ecológicos que constituyen a una sociedad. El famoso economista Keynes escribió en 1930 que sería estupendo que los economistas fueran simplemente personas modestas y competentes como los dentistas. De eso se trata, de volver a hacer de la economía una herramienta al servicio de la sociedad.
En esta tesitura ¿qué es más factible? ¿un desarrollo alternativo o una alternativa al desarrollo?
-Tenemos que ser capaces de presentar otro modelo de vida buena que no exija el sacrificio de tantas personas empobrecidas a las que desposeemos de sus oportunidades vitales, pero tampoco el de las futuras generaciones.
Si la ciudadanía hubiera plantado cara desde un principio a esta crisis multidimensional e intergeneracional ¿el presente sería distinto? 15M, Gamonal más recientemente, apuntan hacia esa dirección...
-Es verdad que el movimiento del 15M y, en general, la ola de indignación que se inició en 2010 y que se extendió por todo el mundo ha sido un fenómeno novedoso y espectacular. Pero no sería correcto pensar que antes de eso no ha existido protesta social. Lo importante es acertar en cada momento histórico con las luchas más importantes, y saber organizar la protesta social para ser fuertes no sólo en la calle, sino también en las instituciones.
¿Los activistas sociales son tan necesarios como los emprendedores?
-Sin duda. Creo que hemos olvidado que el mercado es una parte fundamental de la ciudad, pero de ninguna manera es la ciudad entera. Los procesos económicos son fundamentales, y en sociedades complejas como la nuestra estos procesos se vuelven también crecientemente complejos. Esto quiere decir que necesitamos personas que sean capaces de introducir inteligencia en esos procesos, para aumentar su eficiencia y su valor. Pero además de esta dimensión económica, las personas tenemos también una dimensión biológica y también una dimensión social. Las y los activistas sociales son expertos en estas otras dimensiones.
¿Y los medios de comunicación? ¿qué papel juegan en este tránsito hacia un nuevo modelo social?
-Fundamental. Son la ventana a través de la cual la mayoría de las personas seguimos asomándonos a la realidad. Es verdad que existen otros medios no convencionales, pero los medios de comunicación de masas siguen cumpliendo la función, no sólo de mostrarnos la realidad, sino también de explicarla, de interpretarla. Los medios están jugando un papel muy importante como cronistas de las consecuencias de la crisis sobre la vida cotidiana de las personas. Frente a los grandes datos, las vidas concretas, con cara y nombre propio. Pero los medios también pueden ir más allá de este relato concreto, para no quedarse en la anécdota, y ayudar a construir una imagen más general de la situación.
Los gobiernos ponen en más valor las encuestas que esas historias de penurias, de falta de equidad...
-Es que cada una de esas historias es una enmienda a la totalidad contra el ilusionismo que, muchas veces, forma parte de la actividad política institucional. También es normal, ya que nadie con responsabilidad política quiere estar todo el día contando malas noticias. Lo que más enfada a las personas que sufren la crisis es que quienes deberían representarlas no sean sensibles a sus sufrimientos, no ya que no los compartan, cosa que deberían hacer, sino que ni siquiera los den importancia.

jueves, 10 de julio de 2014

Excelente artículo de José Luis Pardo, hoy en EL PAÍS, en el que cuestiona la facilidad y ligereza con la que se asume como un hecho que las ciencias naturales son más difíciles que las humanidades. Atención, especialmente, a su conclusión.


¿Son fáciles las humanidades?


En medio de los grandes vendavales electorales y sucesorios, ha pasado sin pena ni gloria la noticia de que el Ministerio de Educación español ha rectificado ligeramente la política de becas, rebajando la exigencia de aprobado por curso del 50% al 40% de los créditos en los estudios de ingeniería, arquitectura y grados de ciencias; ya antes de esta corrección la exigencia para becarios de las carreras técnicas y científicas era inferior a la nota que se pide a los de humanidades. Lo más interesante de esta decisión es la argumentación que la justifica, que evidencia un consenso universal acerca de que las carreras de ciencias exigen un mayor esfuerzo que las de humanidades.
Las razones de este consenso pueden ser cuantitativas y cualitativas. Las cuantitativas son meramente estadísticas: los alumnos de ciencias tardan más en titularse que los de humanidades. Pero los expertos que desde hace años tienen en sus manos la reforma de las universidades públicas habrán alumbrado alguna hipótesis acerca de las causas de tales estadísticas. A mí se me ocurren tres. Una: que los estudiantes de ciencias son menos inteligentes que los de humanidades, asunto que no comentaré porque no creo que queden mentecatos que ignoren que la inteligencia se reparte igualitariamente entre los estudiantes potenciales de todas las carreras. Dos: que los profesores de humanidades son peores (más ignorantes o menos exigentes) que los de ciencias. Y tres: que los de ciencias enseñan peor que los de humanidades.
La segunda no me parece descartable a priori, porque los rumores de que algunos grupos de humanidades en la enseñanza secundaria se componen como una suerte de “batallón de los torpes” son muy insistentes desde hace tiempo, y no sería de extrañar que se arrastrase un cierto déficit de conocimientos desde el pupitre hasta la cátedra, que podría tener tales consecuencias. Si así fuera, se debería a que esos grupos de humanidades de secundaria sirven de refugio a aquellos a quienes se les resisten las matemáticas o la física, lo cual nos situaría en la tercera de las razones enumeradas: que quizá la culpa de este carácter terrorífico de las asignaturas científicas resida en la falta de calidad de la enseñanza de las mismas, que las hace incomprensibles para un segmento notable del alumnado. Si fuera esta la causa de la diferencia entre unos y otros estudiantes, el Ministerio de Educación estaría llamado a resolver el problema elevando la calidad de la enseñanza secundaria, algo con respecto a lo cual sus responsables se han llenado profusamente la boca en los últimos tiempos, aunque las decisiones estructurales tomadas en relación con ello (reducción del profesorado, aumento de la carga docente, fragmentación del currículo, precarización de los contratados) contradicen a menudo tan buenas palabras.
De la inacción en este terreno deduzco que dichos responsables entienden que la causa de la disimetría no reside en la calidad de los alumnos ni de los profesores, sino en la naturaleza misma de las asignaturas, lo que nos lleva directamente a las razones cualitativas. Pues aunque no quede nadie capaz de echar la culpa a la inteligencia (o falta de la misma) de los estudiantes, estoy convencido de que quedan bastantes dispuestos a defender que las materias de ciencias son más difíciles que las de humanidades. A estos querría recordarles que no ha de confundirse la dificultad con la utilidad. Y si se trata para ellos de esto último (de defender la superior utilidad de las ciencias sobre las humanidades), siento tener que advertirles de que la cuestión de lo que es o no más útil para los hombres no es una cuestión científica ni técnica sino, por el contrario, plenamente humanística, y que tendrán por tanto que armarse de argumentos filosóficos y éticos para defender su posición, para lo que no basta simplemente con señalar la altura de los rascacielos o de los puentes intercontinentales, sino que hay que tener en cuenta también a los que se tiran desde los rascacielos y a los que no pueden atravesar los puentes.
No es, pues, la ventaja que se da a los becarios de ciencias sobre los de humanidades lo que me preocupa, sino la frescura con la que se hacen pasar por “evidencias” que justifican esas decisiones unas razones cuya aceptación presupone la degradación de lo humano, sin aceptar siquiera la responsabilidad que de ello se deriva, es decir, la de promover ciertos ingredientes de lo humano y descartar otros como si fueran susceptibles de un “recorte” tan alegre como el que se hace con los presupuestos públicos para estabilizar la deuda y como si la humanidad de los hombres pudiera graduarse de acuerdo con las expectativas económicas.Pero como no es de la utilidad de lo que se trata, sino de la dificultad, reto a quien sea capaz de ello a que me demuestre por qué es más difícil manejar con soltura las ecuaciones de la relatividad que la diferencia entre juicios analíticos y juicios sintéticos a priori, o que se necesita más esfuerzo para familiarizarse con la noción de spin que con la de voluntad de poder. Puedo admitir que la dificultad en cuestión es, en las ciencias y las técnicas, predominantemente intelectual, mientras que en las humanidades este tipo de dificultad (también decisiva) coexiste con otra que, como decía Wittgenstein, atañe a la voluntad y no solo al entendimiento. Pero eso no significa que una dificultad sea superior a la otra, ni que quienes estudian carreras técnicas o científicas dejen por ello de estar necesariamente interesados en las implicaciones de la distinción de los juicios sintéticos a priori o de las ideas platónicas (que en ningún caso son asuntos “técnicos”); ni que quienes estudian carreras humanísticas deban ser ajenos al trasfondo conceptual de las ecuaciones de la relatividad o de la noción de partícula microfísica.
Lo que me sorprende es la facilidad con la que admitimos explicaciones inaceptables, como las que dan por sentada la superioridad del cálculo de resistencia de los materiales sobre el “procesamiento” conceptual y sensible necesario para componer un soneto de los de Shakespeare o una Gymnopèdie de las de Erik Satie, de la misma manera que me sorprende la docilidad con la que nos avenimos a la reducción de lo humano al Homo faber o al Homo oeconomicus. Lo que sí veo claro es la íntima conexión entre esa presunta primacía de lo tecnocientífico y esta rebaja del hombre a bestia de labor o a vendedor y comerciante de sí mismo.

miércoles, 2 de julio de 2014

Alternativas desde la experiencia de la crisis



La Universidad Pública de Navarra ha organizado el curso de verano "Alternativas desde la experiencia de la crisis". Yo fui invitado a dialogar sobre la crisis, el empleo y el reparto del trabajo.
Aunque es un tema al que he dedicado mucha atención en otros tiempos, la verdad es que no es la cuestión que en estos momentos más me ocupa. Pero me parecía importante colaborar con el curso, teniendo en cuenta tanto su orientación como el fuerte compromiso de sus organizadores.

Las grabaciones de las conferencias están disponibles en las siguientes direcciones web:

¡TODAVÍA HAY ALTERNATIVAS!VICENÇ NAVARRO LÓPEZ
https://upnatv.unavarra.es/unes/vicen%C3%A7-navarro-%C2%A1todav%C3%ADa-hay-alternativas

BIENES COMUNES, ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA
ÁNGEL CALLE COLLADO

https://upnatv.unavarra.es/unes/%C3%A1ngel-calle-bienes-comunes-econom%C3%AD-social-y-solidaria

COMPARTIR EL EMPLEO, REPARTIR EL TRABAJO, MULTIPLICAR LA ACTIVIDAD
IMANOL ZUBERO BEASKOETXEA

https://upnatv.unavarra.es/unes/imanol-zubero-compartir-el-empleo-repartir-el-trabajo-multiplicar-la-actividad

LA PROPUESTA DE LA RENTA BÁSICA UNIVERSAL: GARANTIZAR LA EXISTENCIA MATERIAL DE TODA LA POBLACIÓN
DANIEL RAVENTÓS PAÑELLA

https://upnatv.unavarra.es/unes/daniel-ravent%C3%B3s-la-propuesta-de-la-renta-b%C3%A1sica-universal-garantizar-la-existencia

O en esta otra, donde aparecen estas y más conferencias:
https://upnatv.unavarra.es/mas_recientes/unes