viernes, 16 de noviembre de 2018

La España vaciada

En Zaragoza se han desarrollado hace unos días unas  interesantes jornadas internacionales sobre “Territorio, diversidad y convivencia”, en las que nos hemos juntado personas interesadas en el estudio y en la intervención social en los barrios. Hemos hablado sobre la participación de las vecinas y los vecinos en el gobierno de las ciudades, sobre la rehabilitación de barrios vulnerables, sobre la convivencia intercultural y sus dificultades, etc. También se ha hablado del “vaciado urbano”,
concepto que se utiliza en sociología para referirse a toda una serie de procesos de abandono de edificios en los centros de las ciudades, a veces manzanas enteras que se van deteriorando, que no son reformadas, que se dejan caer hasta que sus inquilinos de toda la vida dejan de habitarlas.

Seguro que todos hemos visto películas norteamericanas en las que la trama urbana de
determinados barrios de la ciudad de Nueva York (como Harlem o el Bronx) aparece salpicada de
solares vacíos y manzanas de edificios ruinosos. Algunos de estos espacios se convierten en
improvisados aparcamientos, otros en vertederos, otros se van llenado de maleza… Son como heridas
en el corazón de la ciudad, espacios de los que escapan las familias en busca de condiciones
dignas de vida.

Se habla de “vaciado” o “vaciamiento” en lugar  de vacío para resaltar la responsabilidad política
en este tipo de procesos. Si hablamos de un espacio vacío parece que nos estamos refiriendo a un lugar que siempre ha estado deshabitado, de manera natural: un lugar salvaje, donde nunca ha habido actividad o presencia humana. Pero no es así: los espacios urbanos hoy vacíos gozaron en otros tiempos de una intensa vida comunitaria, con pequeños negocios, escuelas, tabernas, iglesias…

Mientras escuchaba hablar de estos procesos de vaciamiento urbano y de sus consecuencias para las poblaciones que los habitan, yo pensaba en que lo mismo puede decirse de lo que ha ocurrido con la España rural, esa “España vacía” de la que habla con tanto conocimiento como compromiso Sergio del Molino, pero que sería más adecuado llamar “España vaciada”. Décadas de abandono y olvido, ausencia de políticas de equilibrio territorial, exclusión de sus habitantes de los derechos sociales básicos, desinversión, han vaciado el mundo rural.

Desgraciadamente, también la sociología española se ha urbanizado y ha perdido sensibilidad por los problemas del mundo rural. A pesar de juntarnos a reflexionar en Aragón, una de las comunidades autónomas con mayor riesgo de despoblamiento.

Publicado en SEMENTERA