El Mundo, sábado 22 de octubre de 2011, pp. 32-33
MICHAEL BURAWOY
MICHAEL BURAWOY
LUGAR DE NACIMIENTO: Manchester / EDAD: 64 años / FORMACIÓN: Doctor en Sociología por la Universidad de Chicago / OCUPACIÓN: Presidente de la Asociación Sociológica Internacional / AFICIONES: El fútbol. Fan incondicional del Manchester United / SUEÑO: Una comunidad influyente de sociólogos de todo el mundo
«Ni EEUU puede regular el mercado, sólo una crisis medioambiental nos hará reaccionar»
PABLO RODRÍGUEZ SUANZES
Michael Burawoy es marxista y no se fía de los mercados ni de los economistas. Este británico, amable y de risa fácil y contagiosa, estudió matemáticas, antropología y sociología en Europa, África y EEUU, y hoy, además de enseñar en la Universidad de Berkeley, bastión histórico de la izquierda, preside la Asociación Sociológica Internacional. Está molesto porque cree que los sociólogos tienen mucho que aportar pero ni hablan ni se les pregunta. Afirma que la sociedad está siendo destruida ante nuestros ojos por un capitalismo que, con cada crisis, y cuando parece que por fin va a caer, se regenera y renace más fuerte que nunca. Y ante ello sólo ve una salida: una alianza global de sus enemigos para ponerle correas.
«Ni EEUU puede regular el mercado, sólo una crisis medioambiental nos hará reaccionar»
PABLO RODRÍGUEZ SUANZES
Michael Burawoy es marxista y no se fía de los mercados ni de los economistas. Este británico, amable y de risa fácil y contagiosa, estudió matemáticas, antropología y sociología en Europa, África y EEUU, y hoy, además de enseñar en la Universidad de Berkeley, bastión histórico de la izquierda, preside la Asociación Sociológica Internacional. Está molesto porque cree que los sociólogos tienen mucho que aportar pero ni hablan ni se les pregunta. Afirma que la sociedad está siendo destruida ante nuestros ojos por un capitalismo que, con cada crisis, y cuando parece que por fin va a caer, se regenera y renace más fuerte que nunca. Y ante ello sólo ve una salida: una alianza global de sus enemigos para ponerle correas.
Pregunta.- Crisis, paro, indignados, Occupy Wall Street, Primavera Árabe... no es mal momento para ser sociólogo.
Respuesta.- El mundo va mal. Sigue abrumado por la ola de mercantüización que empezó en los años 70, la que está asociada a Thatchery Reagan. Muchos pensábamos que habría una revolución. En 2008, cuando estalló la crisis, esperábamos algún tipo de movimiento que contuviera el capitalismo financiero, estábamos seguros de que llegaría. Pero no ocurrió, y el sistema es más fuerte todavía. Estamos ante la mercantüización de todo. No hay nada que quede fuera del proceso.
P- ¿Por eso hay protestas e indignación?
R.- Lo interesante de las protestas es que no tienen que ver con la explotación de los trabajadores, sino con la exclusión. Hoy en día, hasta la explotación es un privilegio. Mucha gente trata de conseguir un trabajo, un sueldo seguro, pero cada vez es más difícil. Por eso hay indignados en España, disturbios en Inglaterra o Primavera Árabe en Oriente Próximo. Son jóvenes excluidos del trabajo o, hablando de forma más general, de sus medios de subsistencia. En Europa protestan por la falta de trabajo, en la India hay luchas por la tierra, por la propiedad o el agua. Y lo mismo sucede en América Latina.
P- Si la situación es tan dramática, ¿no son respuestas muy débiles?
R.- Hablamos mucho de globalización, pero en cada país las respuestas han sido específicas, nacionales. Los indignados españoles son muy diferentes a los que protestaron en el Reino Unido. Los indignados reflejan una extraordinaria emancipación política, una madurez de democracia participativa. En Inglaterra, los disturbios fueron el resultado de 30 o 40 años de destrucción de la sociedad civil. Hay pocas alternativas, pocas asociaciones. Fue un evento espontáneo, muy diferente a lo ocurrido en España.
P- ¿Culpa del Estado o de un mal Estado?
R.-Lo que hacen los mercados, como decía Margaret Thatcher, es insistir es que no existe eso que llamamos sociedad, algo de lo que los sociólogos todavía nos reímos. La tesis es que sólo hay individuos, átomos, mercados. En los 80 se acabó con los movimientos sindicales, algo que ha sido devastador. Y ahora el Gobierno conservador británico quiere reconstruirlo. Lo llaman Gran Sociedad, intentando crear una sociedad civil que tome parte de las responsabilidades del Estado.
P- Edificada de arriba a abajo.
R.- Exacto, por lo que tiene muy poca energía propia. La historia de España o de América Latina, con luchas contra el fascismo y el autoritarismo, es diferente. En EEUU la izquierda pensó que sería capaz de contener a la banca, que habría esa revolución contra el sector financiero y de alguna manera se profundizaría en el Estado del Bienestar. Todo el mundo comparaba a Obama con Roosevelt. Pero no pasó y no tengo nada claro que vaya a pasar. El capitalismo financiero es extremadamente fuerte y opera, a diferencia de los años 30, de forma global. Los estados, hoy en día, no pueden hacer frente a esta situación.
P.- ¿Cree que es un juego de suma cero?
R.- Parece claro que está siendo así ¿no? El capitalismo industrial, el del mundo keynesiano de los 50 y 60, no era de suma cero porque el capital hizo concesiones. Pero hoy, las concesiones logradas entonces se han revertido, y son los trabajadores los que se las hacen al capital para mantener sus puestos. Hay una coordinación perversa entre el capital financiero y las clases dominantes.
P- ¿Quién marca la agenda?
R.- La sociedad civil está siendo amenazada por los mercados, por los estados y por la colaboración entre ambos para destruir la sociedad civil de muchas maneras. A los sociólogos les falta experiencia a la hora de trabajar e influir en la esfera pública, pero los economistas, en cambio, saben hacerlo muy bien. Desde la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo desde los años 70, se han convertido en la profesión dominante.
P- ¿Por qué no hay una voz clara enfrente?
R.- El marco teórico de los economistas, el neoclásico, es monolítico, y para oponerte a él y ser escuchado necesitas tener un Nobel, como Stiglitz o Krugman. Los sociólogos tienen un marco más plural y más formas de pensar en el mundo. Por eso no se ponen, no nos ponemos, de acuerdo. Los sociólogos tenemos un marco teórico que nos permite entender con precisión la destrucción de la vida de mucha gente y cómo la humanidad responde a los impulsos destructivos actuales.
R- ¿A qué nivel?
R.-Ante el auge del mercado, en 1930 hubo diferentes respuestas, representadas por el New Deal en EEUU, la democracia social, el fascismo y el estalinismo. La colectivización y la planificación fueron una respuesta a la emergencia de los mercados en la URSS en los años 20. El Estado siempre ha peleado para regular al mercado. En el siglo XIX las luchas fueron más locales, con sindicatos y movimientos sociales. Hoy el movimiento no puede ser local, no puede ser nacional, sino que tiene que ser global. Tenemos que construir una sociedad civil global que haga frente al funcionamiento de los mercados, y es realmente difícil. Los movimientos que hay están fragmentados. En mi opinión los sociólogos no deberíamos estar sólo estudiando lo que pasa, sino construyendo una comunidad global que conecte lo que está pasando.
P- Tradicionalmente ese ha sido el rol de la izquierda, al menos de la internacionalista
R.- La izquierda ha desaparecido de la política y de la sociedad tras 40 años de mercantilización. Yo soy marxista y el marxismo ha fracasado también. Mucha gente pensó que el fin de la URSS era el fin del marxismo, pero en realidad fue su liberación. Cuando florece el capitalismo, el marxismo debería florecer también. Frantz Fanón, teórico de la revolución en el Tercer Mundo, habló, en el contexto del colonialismo, de la clase trabajadora y de la revolución de los desposeídos. Sus ideas se pueden aplicar al poscolonialismo de forma mucho más extensa. Tenemos que pensar hoy en la división entre los explotados y los excluidos.
P- ¿El marxismo es de verdad una respuesta? ¿No está obsoleto su marco?
R.- Tiene que volver a ser restaurado académicamente, y lo será. Mientras haya capitalismo habrá marxismo. ¿De qué tipo? Antes he hablado de Fanón. Podría haberlo hecho de un geógrafo británico llamado David Harvey, que habla de la desposesión y el capitalismo financiero. Hace falta un marxismo que reconozca el movimiento y el poder del capitalismo de las últimas décadas. Y que entienda lo que pasa en China. Sin un marco teórico no creo que sea posible unir todas las protestas que están surgiendo. Necesitamos la teoría para actuar en la práctica. Creo que por eso es importante el papel de la universidad. Tenemos que cambiar la forma de pensar.
P- ¿Es optimista?
R.- Cuando Obama fue elegido, pensamos: ahora sí, es el momento de la reacción. Yo di charlas aquel noviembre diciendo que no tenía alternativa, que tendría que regular. Pero claro que las tema. En realidad, el Gobierno de EEUU no tiene la capacidad para regular el capitalismo financiero. Visto lo visto, al final habrá que esperar a una crisis medioambiental para ver una verdadera reacción. Es triste tener que esperar a que lleguen las crisis medioambientales, pero es el capitalismo que tenemos. La gente no se da cuenta de la codicia y el poder destructivo del capitalismo en sus vidas.
P- ¿Destructivo? ¿No recuerda los efectos sobre el medioambiente de la URSS?
R.- Sí, totalmente cierto. Pero aun así, tenemos que encontrar una alternativa a lo que tenemos hoy. Hay que llevar más allá la imaginación para buscar soluciones y alternativas de futuro, alternativas para el capitalismo. La URSS fue una, lo que prueba que hay alternativas al fin de la Historia. Tampoco imaginaba nadie que fuera a llegar la Primavera Árabe, pero llegó. Nuestra responsabilidad, la mía como sociólogo, es pensar en esas alternativas. Partiendo de la base de que el capitalismo es malo para todo el mundo.
P.- ¿No hay nada bueno en los mercados?
R.- Queremos mercados, pero hay que regularlos. Y pensar en el futuro, no en el pasado, abandonar la retórica del pasado, el discurso del fin del capitalismo y su colapso. Los marxistas solían pensar, citando a Lenin, en el imperialismo como la fase superior del capitalismo. Pero eso ha resultado ser una estupidez. El imperialismo fue un vehículo a través del cual se creó una nueva forma de capitalismo, increíblemente dinámico. Que por un lado innovaba y por otro destruía. Por eso hay que pensar en microinstituciones y las alternativas que abren. Formas democráticas de participar en la regulación de nuestras vidas. Algo que desafíe el rol dominante de los mercados. Cosas como Wikipedia, un gran ejemplo de autoorganización. Tenemos que buscar alternativas en todo el mundo. Y pronto, porque la sociedad se está destruyendo.
P- Los números dicen que, con capitalismo, hay menos pobres en lugares como China.
R.- El mundo no está mal. Está peor. Está entrando en una crisis más profunda que nunca antes. El capitalismo desregulado no ayuda a reducir el número de pobres, sino que genera desposesión y explotación. Y la desposesión intensifica la explotación. Si comparamos Rusia y China vemos las diferencias. Rusia dijo: todo lo del pasado es malo, olvidémoslo. Destruye el pasado, que vengan los mercados, y el resultado ha sido la devastación de la sociedad y una increíble polarización entre ricos y pobres, además de decadencia económica. En China ha ocurrido todo lo contrario, porque entendieron que hacen falta instituciones que regulen los mercados. China incubó los mercados dentro del marco regulatorio del Estado, un modelo mucho más exitoso.
P- ¿En serio China es un modelo?
R.- Los economistas dicen que con la expansión del capitalismo a todo el mundo le irá mejor. Pero no hay ningún indicador que diga que eso siga siendo así. Lo era en el periodo keynesiano, pero desde los 70 más gente se ha visto empujada a la pobreza, la explotación y la desposesión. Hay excepciones, claro, siempre las hay. En China, con el capitalismo de Estado, la gran duda es si será capaz de contener el poder de los mercados. Hasta ahora lo ha hecho de forma muy inteligente. Haciendo concesiones y siendo muy flexible. Sabe localizar los puntos de tensión, los desafíos que surgirán.
P-Y un poderoso ejército listo para actuar si las concesiones no bastan...
R.- Cuanto más estudio lo que ocurre en China, más me impresiona su flexibilidad y cómo concede cierta autonomía a las provincias. Es probablemente mejor vivir en China que vivir en Egipto o en Túnez antes de las protestas. Desde el punto de vista de la sociedad civil no encuentro particularmente interesante EEUU, no es el sitio. China sí.
Respuesta.- El mundo va mal. Sigue abrumado por la ola de mercantüización que empezó en los años 70, la que está asociada a Thatchery Reagan. Muchos pensábamos que habría una revolución. En 2008, cuando estalló la crisis, esperábamos algún tipo de movimiento que contuviera el capitalismo financiero, estábamos seguros de que llegaría. Pero no ocurrió, y el sistema es más fuerte todavía. Estamos ante la mercantüización de todo. No hay nada que quede fuera del proceso.
P- ¿Por eso hay protestas e indignación?
R.- Lo interesante de las protestas es que no tienen que ver con la explotación de los trabajadores, sino con la exclusión. Hoy en día, hasta la explotación es un privilegio. Mucha gente trata de conseguir un trabajo, un sueldo seguro, pero cada vez es más difícil. Por eso hay indignados en España, disturbios en Inglaterra o Primavera Árabe en Oriente Próximo. Son jóvenes excluidos del trabajo o, hablando de forma más general, de sus medios de subsistencia. En Europa protestan por la falta de trabajo, en la India hay luchas por la tierra, por la propiedad o el agua. Y lo mismo sucede en América Latina.
P- Si la situación es tan dramática, ¿no son respuestas muy débiles?
R.- Hablamos mucho de globalización, pero en cada país las respuestas han sido específicas, nacionales. Los indignados españoles son muy diferentes a los que protestaron en el Reino Unido. Los indignados reflejan una extraordinaria emancipación política, una madurez de democracia participativa. En Inglaterra, los disturbios fueron el resultado de 30 o 40 años de destrucción de la sociedad civil. Hay pocas alternativas, pocas asociaciones. Fue un evento espontáneo, muy diferente a lo ocurrido en España.
P- ¿Culpa del Estado o de un mal Estado?
R.-Lo que hacen los mercados, como decía Margaret Thatcher, es insistir es que no existe eso que llamamos sociedad, algo de lo que los sociólogos todavía nos reímos. La tesis es que sólo hay individuos, átomos, mercados. En los 80 se acabó con los movimientos sindicales, algo que ha sido devastador. Y ahora el Gobierno conservador británico quiere reconstruirlo. Lo llaman Gran Sociedad, intentando crear una sociedad civil que tome parte de las responsabilidades del Estado.
P- Edificada de arriba a abajo.
R.- Exacto, por lo que tiene muy poca energía propia. La historia de España o de América Latina, con luchas contra el fascismo y el autoritarismo, es diferente. En EEUU la izquierda pensó que sería capaz de contener a la banca, que habría esa revolución contra el sector financiero y de alguna manera se profundizaría en el Estado del Bienestar. Todo el mundo comparaba a Obama con Roosevelt. Pero no pasó y no tengo nada claro que vaya a pasar. El capitalismo financiero es extremadamente fuerte y opera, a diferencia de los años 30, de forma global. Los estados, hoy en día, no pueden hacer frente a esta situación.
P.- ¿Cree que es un juego de suma cero?
R.- Parece claro que está siendo así ¿no? El capitalismo industrial, el del mundo keynesiano de los 50 y 60, no era de suma cero porque el capital hizo concesiones. Pero hoy, las concesiones logradas entonces se han revertido, y son los trabajadores los que se las hacen al capital para mantener sus puestos. Hay una coordinación perversa entre el capital financiero y las clases dominantes.
P- ¿Quién marca la agenda?
R.- La sociedad civil está siendo amenazada por los mercados, por los estados y por la colaboración entre ambos para destruir la sociedad civil de muchas maneras. A los sociólogos les falta experiencia a la hora de trabajar e influir en la esfera pública, pero los economistas, en cambio, saben hacerlo muy bien. Desde la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo desde los años 70, se han convertido en la profesión dominante.
P- ¿Por qué no hay una voz clara enfrente?
R.- El marco teórico de los economistas, el neoclásico, es monolítico, y para oponerte a él y ser escuchado necesitas tener un Nobel, como Stiglitz o Krugman. Los sociólogos tienen un marco más plural y más formas de pensar en el mundo. Por eso no se ponen, no nos ponemos, de acuerdo. Los sociólogos tenemos un marco teórico que nos permite entender con precisión la destrucción de la vida de mucha gente y cómo la humanidad responde a los impulsos destructivos actuales.
R- ¿A qué nivel?
R.-Ante el auge del mercado, en 1930 hubo diferentes respuestas, representadas por el New Deal en EEUU, la democracia social, el fascismo y el estalinismo. La colectivización y la planificación fueron una respuesta a la emergencia de los mercados en la URSS en los años 20. El Estado siempre ha peleado para regular al mercado. En el siglo XIX las luchas fueron más locales, con sindicatos y movimientos sociales. Hoy el movimiento no puede ser local, no puede ser nacional, sino que tiene que ser global. Tenemos que construir una sociedad civil global que haga frente al funcionamiento de los mercados, y es realmente difícil. Los movimientos que hay están fragmentados. En mi opinión los sociólogos no deberíamos estar sólo estudiando lo que pasa, sino construyendo una comunidad global que conecte lo que está pasando.
P- Tradicionalmente ese ha sido el rol de la izquierda, al menos de la internacionalista
R.- La izquierda ha desaparecido de la política y de la sociedad tras 40 años de mercantilización. Yo soy marxista y el marxismo ha fracasado también. Mucha gente pensó que el fin de la URSS era el fin del marxismo, pero en realidad fue su liberación. Cuando florece el capitalismo, el marxismo debería florecer también. Frantz Fanón, teórico de la revolución en el Tercer Mundo, habló, en el contexto del colonialismo, de la clase trabajadora y de la revolución de los desposeídos. Sus ideas se pueden aplicar al poscolonialismo de forma mucho más extensa. Tenemos que pensar hoy en la división entre los explotados y los excluidos.
P- ¿El marxismo es de verdad una respuesta? ¿No está obsoleto su marco?
R.- Tiene que volver a ser restaurado académicamente, y lo será. Mientras haya capitalismo habrá marxismo. ¿De qué tipo? Antes he hablado de Fanón. Podría haberlo hecho de un geógrafo británico llamado David Harvey, que habla de la desposesión y el capitalismo financiero. Hace falta un marxismo que reconozca el movimiento y el poder del capitalismo de las últimas décadas. Y que entienda lo que pasa en China. Sin un marco teórico no creo que sea posible unir todas las protestas que están surgiendo. Necesitamos la teoría para actuar en la práctica. Creo que por eso es importante el papel de la universidad. Tenemos que cambiar la forma de pensar.
P- ¿Es optimista?
R.- Cuando Obama fue elegido, pensamos: ahora sí, es el momento de la reacción. Yo di charlas aquel noviembre diciendo que no tenía alternativa, que tendría que regular. Pero claro que las tema. En realidad, el Gobierno de EEUU no tiene la capacidad para regular el capitalismo financiero. Visto lo visto, al final habrá que esperar a una crisis medioambiental para ver una verdadera reacción. Es triste tener que esperar a que lleguen las crisis medioambientales, pero es el capitalismo que tenemos. La gente no se da cuenta de la codicia y el poder destructivo del capitalismo en sus vidas.
P- ¿Destructivo? ¿No recuerda los efectos sobre el medioambiente de la URSS?
R.- Sí, totalmente cierto. Pero aun así, tenemos que encontrar una alternativa a lo que tenemos hoy. Hay que llevar más allá la imaginación para buscar soluciones y alternativas de futuro, alternativas para el capitalismo. La URSS fue una, lo que prueba que hay alternativas al fin de la Historia. Tampoco imaginaba nadie que fuera a llegar la Primavera Árabe, pero llegó. Nuestra responsabilidad, la mía como sociólogo, es pensar en esas alternativas. Partiendo de la base de que el capitalismo es malo para todo el mundo.
P.- ¿No hay nada bueno en los mercados?
R.- Queremos mercados, pero hay que regularlos. Y pensar en el futuro, no en el pasado, abandonar la retórica del pasado, el discurso del fin del capitalismo y su colapso. Los marxistas solían pensar, citando a Lenin, en el imperialismo como la fase superior del capitalismo. Pero eso ha resultado ser una estupidez. El imperialismo fue un vehículo a través del cual se creó una nueva forma de capitalismo, increíblemente dinámico. Que por un lado innovaba y por otro destruía. Por eso hay que pensar en microinstituciones y las alternativas que abren. Formas democráticas de participar en la regulación de nuestras vidas. Algo que desafíe el rol dominante de los mercados. Cosas como Wikipedia, un gran ejemplo de autoorganización. Tenemos que buscar alternativas en todo el mundo. Y pronto, porque la sociedad se está destruyendo.
P- Los números dicen que, con capitalismo, hay menos pobres en lugares como China.
R.- El mundo no está mal. Está peor. Está entrando en una crisis más profunda que nunca antes. El capitalismo desregulado no ayuda a reducir el número de pobres, sino que genera desposesión y explotación. Y la desposesión intensifica la explotación. Si comparamos Rusia y China vemos las diferencias. Rusia dijo: todo lo del pasado es malo, olvidémoslo. Destruye el pasado, que vengan los mercados, y el resultado ha sido la devastación de la sociedad y una increíble polarización entre ricos y pobres, además de decadencia económica. En China ha ocurrido todo lo contrario, porque entendieron que hacen falta instituciones que regulen los mercados. China incubó los mercados dentro del marco regulatorio del Estado, un modelo mucho más exitoso.
P- ¿En serio China es un modelo?
R.- Los economistas dicen que con la expansión del capitalismo a todo el mundo le irá mejor. Pero no hay ningún indicador que diga que eso siga siendo así. Lo era en el periodo keynesiano, pero desde los 70 más gente se ha visto empujada a la pobreza, la explotación y la desposesión. Hay excepciones, claro, siempre las hay. En China, con el capitalismo de Estado, la gran duda es si será capaz de contener el poder de los mercados. Hasta ahora lo ha hecho de forma muy inteligente. Haciendo concesiones y siendo muy flexible. Sabe localizar los puntos de tensión, los desafíos que surgirán.
P-Y un poderoso ejército listo para actuar si las concesiones no bastan...
R.- Cuanto más estudio lo que ocurre en China, más me impresiona su flexibilidad y cómo concede cierta autonomía a las provincias. Es probablemente mejor vivir en China que vivir en Egipto o en Túnez antes de las protestas. Desde el punto de vista de la sociedad civil no encuentro particularmente interesante EEUU, no es el sitio. China sí.
what's the original version of this interview?
ResponderEliminarCan I have access to it,please?