lunes, 27 de junio de 2016

Sondeos erróneos, gobiernos difíciles y patrias más cívicas

SONDEOS ERRÓNEOS.

Pensábamos que lo difícil iba a ser, otra vez, formar gobierno. Los principales sondeos dibujaban, en sus grandes trazos, un escenario que prácticamente repetía el que salió del 20-D, con la única diferencia generada por la coalición Unidos Podemos, que sumaría “ilusión” y arrastraría restos, sorpasando al PSOE en votos y/o escaños. La aritmética electoral reproducía los escenarios de hace seis meses, en una especie de empate infinito, y el debate político se resumía en una pregunta: ¿qué va a hacer el PSOE, impulsar con Unidos Podemos un gobierno progresista o facilitar, más por omisión (abstención) que por acción (apoyo en la investidura), un gobierno del PP? Un cierto síndrome del “día de la marmota” hacía que pareciera plausible incluso el escenario de unas terceras elecciones. La verdad es que pasamos unos buenos ratos, yo el primero, jugando en este escenario. Pero resulta que los sondeos se equivocaron en todo: en el mantenimiento a la baja del PP, en el sorpasso en una izquierda así y todo al alza y en la estabilización de Ciudadanos.


Habrá que darse un tiempo para reflexionar sobre este fracaso de los sondeos. Que, por otra parte, no es de ahora. Hay quien se fija en lo obsoleto de utilizar la vieja llamada telefónica en una época en que ya es posible recoger datos a través de medios online de manera continuada y en tiempo real (Manu Garrido, “Los sondeos electorales, cada vez más obsoletos”, CTXT, 70, 22/06/2016). También quien considera que los sondeos preelectorales no tienen una función explicativa, sino performativa, persiguiendo sobre todo el objetivo de influir sobre el voto en función de los distintos escenarios que supuestamente prefiguran (José Félix Tezanos, “¿Por qué se equivocan tanto los sondeos preelectorales?”, Sistema digital, 26/11/2015). Entre las explicaciones técnicas y las directamente políticas, ya daremos con alguna respuesta y, tal vez, con alguna solución, que oscilará entre sondear de otra manera o dejar de hacerlo (salvo como mero producto de mercado). Pero, mientras quienes saben de esto se lo van mirando permítanme una pequeña pulla interprofesional: la hipótesis del elector racional con la que trabaja cada vez más en exclusiva la politología reducida a votología en realidad malinterpreta a un zoon politikón cada vez más complejo; y para volver a comprenderlo, la ciencia política debe recuperar su dimensión de ciencia social. Hasta aquí puedo leer.

GOBIERNOS DIFÍCILES.

Y ahora sí, vamos a los resultados. Y estos nos indican que si, con lo que nos contaban los sondeos preelectorales, el problema volvería a ser el de formar gobierno, una vez realizado el recuento el problema va a ser gobernar. Porque no creo que, con estos resultados, nadie esté pensando en disputarle al PP el gobierno. Insisto: nadie.

Comparación resultados 20-D y 26-J para el conjunto de España

20-D
26-J

votos
%
Esc.
votos
%
Esc.
PP
7.215.752
28,72
123
7.900.155
33,03
137
PSOE
5.530.779
22,01
90
5.422.323
22,66
85
PODEMOS
5.189.463
20,66
69
5.047.089
21,10
71
IU
923.133
3,67
2
CIUDADANOS
3.500.541
13,93
40
3.121.432
13,05
32
ERC
599.289
2,39
9
628.820
2,63
9
DIL / CDC
565.501
2,25
8
481.369
2,01
8
PNV
301.585
1,20
6
286.215
1,20
5
EH BILDU
218.467
0,87
2
184.092
0,77
2
CC
81.750
0,61
1
77.673
0,33
1
PARTICIPACIÓN

73,2

23.997.611
69,83


Utilizando la implacable lógica de un fino analista y líder político conservador, la derecha española es muy derecha y mucha derecha. Las dos cosas, aunque más lo primero que lo segundo. El PP es el único partido que puede decir que realmente ha ganado estas elecciones: hoy en España hay mucho más PP que hace seis meses. ¿De dónde ha salido ese medio millón más de votos que han confiado en Rajoy? Habrá que esperar a la encuesta postelectoral del CIS, pero cabe pensar que en su mayoría de Ciudadanos. El llamamiento al voto útil contra el aventurerismo extremista, ha funcionado. Por eso, hay mucha derecha, pero sobre todo hoy es más derecha (más “derechosa”) que lo era el 20-D. Uno de cada tres votantes ha escogido seguridad antes que libertad, crecimiento antes que justicia, unidad antes que decencia. Con esto no quiero decir que sea un voto indecente, injusto o iliberal; no es posible reducir a una sola todas las motivaciones (racionales e irracionales) de ese votante complejo al que me refería antes. Pero lo cierto es que sus votos sí apuntalan un país menos libre, menos justo y menos decente.

Por el contrario, la izquierda pierde respecto de las anteriores elecciones. Pierde en votos (casi un millón doscientos mil menos), en escaños (5 menos) y, sobre todo, pierde en razones y en emociones necesarias para la construcción de un gran espacio progresista en España desde el cual empezar a revertir, sin prisa pero sin pausa, las políticas austericidas, separadoras y revanchistas impulsadas por el PP. Claro que si sumamos todo lo que no es PP ni Ciudadanos daría para gobernar, incluso con mayoría absoluta. Pero hay ocasiones en las que lo mejor que se puede hacer es reconocer los errores cometidos y dar un paso atrás, en lugar de intentar resolverlos por elevación.

Lo que ahora le toca a las izquierdas es, creo, constituir rápidamente el Congreso (con el escollo, como ya vimos, de alcanzar buenos acuerdos para elegir Presidente y Mesa del mismo), facilitar mediante la abstención en segunda vuelta la investidura de Rajoy (o de quien sea que lo sustituya), y hacer política progresista desde una oposición al tiempo exigente y responsable. En el marco de los límites políticos y morales que parece dibujar el electorado español de hoy, pero haciendo mucha y buena pedagogía para redefinir y ampliar esos límites pensando en el electorado de mañana. Y en esta tarea, las variables generacional y territorial van a tener una enorme importancia.

Así y todo, ¿se atreverá el PP se atreverá a afrontar una complicadísima legislatura gobernando en solitario y aprendiendo, a marchas forzadas, no un compendio de meras tácticas de negociación, sino una cultura del acuerdo que le es totalmente ajena? ¿Se conformarán con la abstención de los demás y ejercerá un gobierno contenido y responsable, o seguirá su dubitativo líder aspirando a un apoyo explícito que ni se ha ganado ni se merece? A lo peor me equivoco y el problema en los próximos meses no será gobernar sino, de nuevo y por segunda vez, formar gobierno. No quiero ni planteármelo.

PATRIAS MÁS CÍVICAS.

En cuanto a los resultados en Euskadi, aquí sí ha habido sorpasso; en votos y en escaños. Y por partida doble: Unidos Podemos ha sacado casi 50.000 votos más que el PNV y 181.000 más que EH Bildu.

Comparación resultados 20-D y 26-J para Euskadi

20-D
26-J

votos
%
Esc.
votos
%
Esc.
PNV
302.674
24,9
6
286.215
25,08
5
UNIDOS PODEMOS
317.674
26,17
5
333.730
29,24
6
EH BILDU
184.186
15,17
2
152.782
13,39
2
PSE
161.988
13,34
3
163.628
14,34
3
PP
142.127
11,71
2
147.639
12,94
2
PARTICIPACIÓN
1.231.198 
69

1.156.698 
67,44


Aunque lo más morboso, a corto plazo, sea analizar los resultados pueblo a pueblo y jugar a proyectar escenarios de cara a las próximas elecciones autonómicas (¡con estos resultados, en Araba UP sacaría 9 escaños, PP 5, PNV y PSE 4, EHB 2 y Cs 1!); y a las más lejanas elecciones municipales (¡Podemos a sólo 639 votos del PNV en Bilbao!) y forales, creo que lo más interesante, en el medio y lago plazo, es tomarle el pulso a esa Euskadi-Podemita que ha roto las viejas y cómodas dinámicas entre “nacionalistas y no nacionalistas”, “españolistas y abertzales”, etc.

Nunca el “tercer espacio” ocupó tanto lugar. Todo indica que el malditismo asociado históricamente a la pretensión de resolver los nudos gordianos de este nuestro país de identidades complejas y mixtas por la vía de su reconocimiento y estima, y no mediante la expeditiva táctica de “cortar por lo enfermo” (que lo sano está de mi lado), empieza a ser exorcizado. Unidos Podemos está teniendo éxito allí donde tantas otras y tantos otros fracasaron, tal vez porque está consiguiendo conectar con unas generaciones que no saben exactamente qué era eso de ETA, ni se hacen idea cabal del sufrimiento de sus víctimas, pero que por lo mismo piensan que un tío llamado Arnaldo Otegi puede ser un personaje de “Vaya semanita” (ni eso: de “Ocho apellidos vascos”), pero no un Mandela ni un Gerry Adams (¿quiénes son estos?).

Es más que un sorpasso; es Euskal Hiria. Y está aquí para quedarse.

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