"Tanto la abuela como el vagabundo tienen un conocimiento que hay que movilizar"
Saskia Sassen (La Haya, Países Bajos, 1949) ha hecho una parada en Barcelona antes de pasar por Oslo. Breve. Viene, volando (sentido literal y figurado), de Polonia. Todo va muy rápido en la vida de esta socióloga estrella, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales el año 2013.
Incluso baja atropellada del atril tras su conferencia este martes en el teatro –lleno– del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) por los diez años del Acord Ciutadà por una ciudad más inclusiva; el año 2006 hasta 235 entidades firmaron dicho acuerdo. Ahora son más de 600 las que se han unido al pacto.
Sassen se declara entusiasta de Barcelona; en 2006 dio apoyo manifiesto a Can Ricart, en "defensa del patrimonio de la ciudad". Antes de atender a este medio sobre los relatos al margen de las ciudades, el papel de las mismas ante "gobiernos desregularizados" y procesos de gentrificación, invierte un buen rato con Ada Colau. Celosa, no suelta prenda de lo hablado con la alcaldesa.
Su trabajo indaga –especialmente en La ciudad global, 1991– en el papel de las ciudades en el mundo globalizado. Actualíceme su estudio: ¿Cuál es el papel que deben tener ciudades como Barcelona en ese mundo globalizado?
Que deben o que deberían.
Que deben o que deberían.
Que... ¿Deberían?
No soy experta en Barcelona. Pero hablando de las ciudades que yo conozco, hay algunos elementos comunes: el espacio ciudad se ha vuelto estratégico. Es atrayente para actores muy poderosos, que van comprando la ciudad. Y que alcanzan un poder que no es transparente. Además los gobiernos nacionales ceden cierta autoridad... Por lo que a la ciudadanía le queda poco espacio.
No soy experta en Barcelona. Pero hablando de las ciudades que yo conozco, hay algunos elementos comunes: el espacio ciudad se ha vuelto estratégico. Es atrayente para actores muy poderosos, que van comprando la ciudad. Y que alcanzan un poder que no es transparente. Además los gobiernos nacionales ceden cierta autoridad... Por lo que a la ciudadanía le queda poco espacio.
¿Por eso apoya tratados como el Acord Ciutadà que celebra diez años?
La ciudadanía debe luchar. Lo que me gusta del acuerdo de ciudadanía es que trata de incluir a todos: desde la abuelita hasta el vagabundo. Tanto esa abuela como el vagabundo tienen un conocimiento que hay que movilizar: un conocimiento específico de la ciudad.
Barcelona tiene muchos relatos, y más en sus márgenes.
A menudo los políticos sólo ven ciertos elementos, no ven que los más vulnerables tienen conocimiento de la ciudad. Me importa mucho el neighborhood, el vecindario, los barrios. Estoy trabajando con herramientas de código libre para recuperar esos relatos, precisamente. Estoy elaborando un proyecto donde hablo del Opensourcing del neighbourhood (código abierto de los barrios). Porque el conocimiento de los barrios pobres importa. Un ejemplo: las inundaciones de Nueva York. Los barrios pobres supieron lo que deberíamos enfrentar dos días antes. Lo supieron mucho antes que donde yo vivo.
¿Cómo se empodera al que siente que no importa?
El inmigrante, el vulnerable, sabe algo de la ciudad que el local puede que no sepa. Y que pueda que sepa después: el del barrio pobre se enterará antes. La clase modesta, sobretodo la clase media negra, supo años antes que las clases medias más fuertes sobre la crisis económica en EEUU.
¿Es algo que se pueda extender a todas las grandes ciudades?
Esto se está dando por todas las ciudades. ¿Por qué? Nadie tiene pleno conocimiento de lo que está pasando en una ciudad. Si a mi un alcalde me dice: 'Lo sé todo'... Éste tiene un problema... La pregunta que debemos hacernos es cómo movilizar el conocimiento de cada vecindario: gestionar una ciudad por definición es no entender. La ciudad no es una corporación cerrada. La ciudad es un animal complejo pero incompleto.
¿Qué margen tienen las ciudades para utilizar dichos conocimientos, pues?
En el opensource (código abierto) hay respuestas. En Boston se repartieron aparatos entre la ciudadanía para localizar los agujeros en la nieve durante un crudo invierno . Y funcionó: no hizo falta que mandaran personal para vigilar las calles, los incidentes. Los propios ciudadanos alertaban de esos agujeros. Haz la analogía con otros factores.
Volviendo a la cuestión de las oportunidades que ofrece la glocalidad de la que hablan sus estudios: ¿Las ciudades están llamadas a superar en ciertos aspectos a los gobiernos estatales?
El estado se vuelve menos estratégico con la desregularización y la desprivatización. Pero esas funciones no desaparecen; o se vuelven privadas o del gobierno local de turno. El gobierno estatal, a medida que ha ido perdiendo funciones, ha generado otras nuevas a las ciudades. ¿Y sabes qué? Las ciudades no han recibido presupuestos para gestionar dichas funciones. Barcelona, dada la situación que vive –búsqueda de la autonomía por la cuestión catalana, entre otros– igual sabrá gestionar esta cuestión mejor incluso que Nueva York.
¿Qué tipo de políticas se deben aplicar para atajar esa nueva gestión?
En Bristol (Reino Unido) hubo un alcalde que generó una moneda local. Que sólo se podía utilizar en Bristol; fuera se seguía funcionando con dinero normal. Eso generó un espacio de identificación y apoyo mutuo en Bristol. Como decía, Barcelona, dada la cuestión con Madrid, tiene una situación muy especial. La gran mayoría de ciudades están más inmiscuidas en una rutina negativa.
En 2015 escribió Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global. ¿Se pueden trasladar esas expulsiones a las ciudades?
No del todo. Hay una nueva modalidad de desarrollo económico que acapara tierra y que conlleva una crisis del mundo rural: entre 1 millón y 3 millones de personas son expulsadas cada año. Y en los índices ésto viene descrito como desarrollo económico. Deberíamos medir el desarrollo económico como algo negativo...
Usted dice que existe un nuevo sujeto histórico, a raíz de estas expulsiones.
Yo defino a un tercer tipo de sujeto que es invisible al ojo de la ley. El inmigrante es un sujeto histórico; el refugiado es alguien que huye, de la guerra, por ejemplo... Pero éste tercer sujeto viene expulsado por el propio sistema. Es un refugiado económico.
En las ciudades también se expulsa. Usted se ha referido a la gentrificación.
Sí, pero en las plantaciones realmente matas a la tierra. Directamente. Y eso es mucho más preocupante. En los procesos de gentrificación –igualmente trágicos– es la clase media más pudiente quien substituye a la más pobre. Pero son sujetos capaces, económicamente hablando. ¿Pero, y la tierra y el agua muerta? Aunque... [Silencio] Tienes razón, ni las perdidas de tierra, ni la gentrifización, se pueden reducir sólo a la compra y venta de edificios. Van mucho más allá.
¿A qué se refiere?
Como en Barcelona, también en Nueva York, la gente de clase media modesta, es echada de su casa. Para que se vayan a... Airbnb. Estamos hablando de sacar viviendas de un circuito –dónde se produce circulación de capital– para meterlas en otro, sustractivo... Que se lleva parte de la capacidad de consumo de los que allí viven.
La ciudadanía debe luchar. Lo que me gusta del acuerdo de ciudadanía es que trata de incluir a todos: desde la abuelita hasta el vagabundo. Tanto esa abuela como el vagabundo tienen un conocimiento que hay que movilizar: un conocimiento específico de la ciudad.
Barcelona tiene muchos relatos, y más en sus márgenes.
A menudo los políticos sólo ven ciertos elementos, no ven que los más vulnerables tienen conocimiento de la ciudad. Me importa mucho el neighborhood, el vecindario, los barrios. Estoy trabajando con herramientas de código libre para recuperar esos relatos, precisamente. Estoy elaborando un proyecto donde hablo del Opensourcing del neighbourhood (código abierto de los barrios). Porque el conocimiento de los barrios pobres importa. Un ejemplo: las inundaciones de Nueva York. Los barrios pobres supieron lo que deberíamos enfrentar dos días antes. Lo supieron mucho antes que donde yo vivo.
¿Cómo se empodera al que siente que no importa?
El inmigrante, el vulnerable, sabe algo de la ciudad que el local puede que no sepa. Y que pueda que sepa después: el del barrio pobre se enterará antes. La clase modesta, sobretodo la clase media negra, supo años antes que las clases medias más fuertes sobre la crisis económica en EEUU.
¿Es algo que se pueda extender a todas las grandes ciudades?
Esto se está dando por todas las ciudades. ¿Por qué? Nadie tiene pleno conocimiento de lo que está pasando en una ciudad. Si a mi un alcalde me dice: 'Lo sé todo'... Éste tiene un problema... La pregunta que debemos hacernos es cómo movilizar el conocimiento de cada vecindario: gestionar una ciudad por definición es no entender. La ciudad no es una corporación cerrada. La ciudad es un animal complejo pero incompleto.
¿Qué margen tienen las ciudades para utilizar dichos conocimientos, pues?
En el opensource (código abierto) hay respuestas. En Boston se repartieron aparatos entre la ciudadanía para localizar los agujeros en la nieve durante un crudo invierno . Y funcionó: no hizo falta que mandaran personal para vigilar las calles, los incidentes. Los propios ciudadanos alertaban de esos agujeros. Haz la analogía con otros factores.
Volviendo a la cuestión de las oportunidades que ofrece la glocalidad de la que hablan sus estudios: ¿Las ciudades están llamadas a superar en ciertos aspectos a los gobiernos estatales?
El estado se vuelve menos estratégico con la desregularización y la desprivatización. Pero esas funciones no desaparecen; o se vuelven privadas o del gobierno local de turno. El gobierno estatal, a medida que ha ido perdiendo funciones, ha generado otras nuevas a las ciudades. ¿Y sabes qué? Las ciudades no han recibido presupuestos para gestionar dichas funciones. Barcelona, dada la situación que vive –búsqueda de la autonomía por la cuestión catalana, entre otros– igual sabrá gestionar esta cuestión mejor incluso que Nueva York.
¿Qué tipo de políticas se deben aplicar para atajar esa nueva gestión?
En Bristol (Reino Unido) hubo un alcalde que generó una moneda local. Que sólo se podía utilizar en Bristol; fuera se seguía funcionando con dinero normal. Eso generó un espacio de identificación y apoyo mutuo en Bristol. Como decía, Barcelona, dada la cuestión con Madrid, tiene una situación muy especial. La gran mayoría de ciudades están más inmiscuidas en una rutina negativa.
En 2015 escribió Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global. ¿Se pueden trasladar esas expulsiones a las ciudades?
No del todo. Hay una nueva modalidad de desarrollo económico que acapara tierra y que conlleva una crisis del mundo rural: entre 1 millón y 3 millones de personas son expulsadas cada año. Y en los índices ésto viene descrito como desarrollo económico. Deberíamos medir el desarrollo económico como algo negativo...
Usted dice que existe un nuevo sujeto histórico, a raíz de estas expulsiones.
Yo defino a un tercer tipo de sujeto que es invisible al ojo de la ley. El inmigrante es un sujeto histórico; el refugiado es alguien que huye, de la guerra, por ejemplo... Pero éste tercer sujeto viene expulsado por el propio sistema. Es un refugiado económico.
En las ciudades también se expulsa. Usted se ha referido a la gentrificación.
Sí, pero en las plantaciones realmente matas a la tierra. Directamente. Y eso es mucho más preocupante. En los procesos de gentrificación –igualmente trágicos– es la clase media más pudiente quien substituye a la más pobre. Pero son sujetos capaces, económicamente hablando. ¿Pero, y la tierra y el agua muerta? Aunque... [Silencio] Tienes razón, ni las perdidas de tierra, ni la gentrifización, se pueden reducir sólo a la compra y venta de edificios. Van mucho más allá.
¿A qué se refiere?
Como en Barcelona, también en Nueva York, la gente de clase media modesta, es echada de su casa. Para que se vayan a... Airbnb. Estamos hablando de sacar viviendas de un circuito –dónde se produce circulación de capital– para meterlas en otro, sustractivo... Que se lleva parte de la capacidad de consumo de los que allí viven.
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