miércoles, 28 de abril de 2010

Los valores de Europa

La Fundación BBVA acaba de hacer públicos los resultados del European Mindset, ambicioso estudio de opinión pública en el que se analiza el vínculo que los ciudadanos europeos (y turcos) establecen con Europa como espacio político, socio económico y cultural.
El estudio compara los valores de los europeos en diversos ámbitos de carácter público (como la política o la economía) y privado (como la ética, la religión y la familia).
Los resultados del estudio muestran un alto consenso respecto a valores políricos y económicos, como la economía de mercado o el estado de Bienestar, mientras que los valores éticos, religiosos y familiares marcan grandes diferencias entre los distintos países.
Disponemos tanto de un completo resumen de datos como de una extensa nota de prensa.




Los medios de comunicación de nuestro país se han hecho eco muy especialmente del dato que informa de la mayor tolerancia de la sociedad española ante la exhibición de símbolos religiosos cristianos en las aulas que de símbolos de otras tradiciones.



Ficha técnica

Universo: En cada país, población general de 15 años y más.
Método: Encuesta administrada cara a cara en el hogar del entrevistado
Tamaño y distribución de la muestra: 1.500 casos en cada uno de los 14 países analizados (Alemania, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Italia, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, Turquía).
Distribución muestral polietápica estratificada por la intersección de región (clasificación NUTS o equivalente)/tamaño de hábitat, con sorteo de unidades primarias. Selección del individuo realizada por el método del último cumpleaños.
Error de muestreo: El error muestral estimado con un nivel de confianza del 95.5% y en el caso más desfavorable (p=q=0,5) es de ± 2.6%.
La encuesta ha sido coordinada por Ipsos. Los trabajos de campo han sido llevados a cabo entre noviembre y diciembre de 2009.

lunes, 26 de abril de 2010

La política y la ciencia

La relación entre la política y la ciencia se ha planteado casi siempre como si de una vía de dirección única se tratase. El problema era, en la mayoría de las ocasiones, si y cómo la política podía o no influir en la ciencia, y si debía o no hacerlo. Esta es la cuestión afrontada por Max Weber en El político y el científico, resuelta por el autor con una radical afirmación de la neutralidad axiológica de la actividad científica: "Dondequiera que un hombre de ciencia permite la introducción de sus propios juicios de valor, renuncia a tener una comprensión plena del tema que trata". Esta ha sido también la cuestión planteada en las ya viejas discusiones sobre la "ciencia burguesa" y la "ciencia proletaria", o sobre la puesta de los conocimientos científicos al servicio de estrategias poilíticas de dominación social.

La posibilidad contraria, la de que sea la ciencia la que influya sobre la política, también ha sido objeto de abundante reflexión. Más allá del necesario recurso a las personas expertas por parte de quienes ostentan la responsabilidad política con el fin de orientar sus decisiones, la posibilidad de un gobierno tecnocrático o de una "república de los sabios" ha sido, en general, considerada indeseable por antidemocrática


Sin embargo, en los últimos tiempos empieza a plantearse la necesidad de romper con esta separación entre ciencia y política por la vía de incorporar los conocimientos científicos a la propia actividad política.


José Manuel Sánchez Ron publicaba el pasado día 24 en BABELIA una reseña del libro Física para futuros presidentes. Con buen criterio, Sánchez Ron ensalza la figura de los (escasos) gobernantes y políticos ilustrados en materias científicas que en el mundo han sido, citando a Franklin y a Napoleón; y con no tan buen criterio lamenta su ausencia en la actualidad: "Francamente, no veo muchos estadistas de este tipo en la actualidad. Y sí muchos maniobreros de la política, personas en cuya biografía no es posible descubrir más que el esfuerzo temprano y continuado por sobresalir en la arena política. Su carrera, su profesión, es la política". ¿Podría uno igualmente lamentar la abundante existencia de "maniobreros de la academia, personas en cuya biografía no es posible descubrir más que el esfuerzo temprano y continuado por sobresalir en la arena académica"? Podría, claro que sí; y al hacerlo estaría lamentando la escasez de mujeres y hombres de ciencia con vocación de intervención política. Pero lamento contra lamento, seguiríamos estando igualmente alejados de la necesaria religación entre política y ciencia.



En este sentido, resulta de interés el artículo de Emilia Barbu y Marie Lavoie "A Parliamentary Career for Scientists and Engineers", publicado en la Canadian Parliamentary Review, donde examinan las razones de la escasa presencia en el Parlamento de Canadá de personas con formación en ciencias físicas y naturales. Dada la creciente relevancia que las cuestiones científicas tienen en muchas decisiones políticas (energía, cambio climático, transgénicos, aborto, eutanasia, pandemias...) resulta fundamental superar la distancia que aún hoy existe entre el conocimiento científico y la práctica política.

En este caso, las investigadoras canadienses se interrogan sobre los motivos por los que la comunidad científica muestra tan poco interés por la vida parlamentaria. Entre estos motivos destacan dos: a) la distinta y no facilmente conciliable temporalidad de las carreras parlamentaria (sometida a los plazos cortos, apresurados e imprevisibles de la política) e investigadora (caracterizada por los plazos largos, escalonada y previsible); b) el colectivismo organizado de la actividad parlamentaria (sometida a decisiones de los partidos) frente a la actividad relativamente autónoma de los investigadores.

De cualquier manera, Lavoie y Barbu consideran que las universidades y las organizaciones profesionales que agrupan a científicos e ingenieros pueden hacer mucho por incentivar entre los investigadores el interés por participar en política. Y ponen como ejemplo el programa Bridging Government and Engineers, orientado a comprometer a los ingenieros en la actividad política.

martes, 13 de abril de 2010

Aires nuevos en la demoscopia oficial vasca

EL PAÍS ha publicado una interesante entrevista con Víctor Urrutia, nuevo responsable del Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno Vasco.
El titular es ya toda una declaración de principios de buena deontología: "Daré las encuestas en fechas fijas, le venga bien o mal al Gobierno".

Un excelente responsable con una excelente actitud para prestigiar aún más la Sociología y la Ciencia Política que se hacen en Euskadi.

domingo, 11 de abril de 2010

Durkheim, Weber, Töennies y el inspector Fabel

Curiosidad hallada en la novela de Craig Russell El señor del carnaval, cuarta de la serie protagonizada por el inspector Jan Fabel, de la policía de Hamburgo.
Por cierto: premio a quien identifique esa supuesta Tesis sobre la normalidad del delito de Durkheim. ¿Qué cuál es el premio? Un libro. Va en serio.


Timo encontró el libro tirado en un contenedor cerca de la universidad, detrás de una casa que estaban reformando. Era un libro académico, un ejemplar viejo,y en la cubierta había roña del contenedor, pero era parecido al que tenía, el que había vendido junto a tantas otras de sus pertenencias. Se lo leyó por primera vez cuando todavía estudiaba filosofía en la Universidad de Hamburgo. Era Las reglas del método sociológico, de Émile Durkheim: un tratado sobre el orden social y la necesidad de estructuras y formas para guiar el comportamiento. Durkheim estaba considerado el padre de la socología, pero Timo pensó con ironía que habria sido mucho más adecuado, teniendo en cuenta su situación actual, que se hubiera encontrado su siguiente obra: Tesis sobre la normalidad del delito.
Timo se estremeció dentro de su poco apropiada cazadora y se apoyó en la pared, mientras miraba hacia la tienda que había al otro lado de la calle. Empezaba a oscurecer y las luces del establecimiento se encendieron, convirtiendo sus escaparates en cálidas brasas en la noche de enero. Timo trató de leer una página más, pero la luz era demasiado escasa. Suspiró. Aquel libro era un fragmento de su pasado que había caído en su presente de forma inesperada y espontánea. Mirarlo le dolía: era un recuerdo de una época en la que tuvo esperanza, en que su mente era aguda, clara y organizada. Un tiempopasado. Como para devolverlo a la realidad de su vida actual, el dolor persistente de sus intestinos se agudizó y los temblores que le retorcían el cuerpo dejaron de ser provocados sólo por el frío del anochecer. Cerró el libro. No se lo podía llevar, pero no quería dejarlo atrás. No quería dejar su pasado atrás.

Max Weber, Ferdinand Tönnies y Émile Durkheim habían sido el centro de los estudios de Timo. La teoría del monopolio de la violencia por parte del Estado de Max Weber había sido la base de su tesis. O, al menos, de la tesis que empezó.
La tienda estaba demasiado llena de clientes, tendría que esperar. El frío parecía penetrarle por la carne y calarlo hasta los huesos. La hipótesis de Weber era que sólo los órganos del Estado, la Policía y el Ejército, han de tener derecho a utilizar la fuerza física; de lo contrario, la anarquía reinaría y el Estado sería insostenible. Timo habá planeado postular, en su tesis, que un monopolio tal también podría resultar destructivo para la nación, como en el caso de los nazis.
Un hombre con traje y corbata salió de la tienda, hablando por el móvil, seguido de una pareja mayor. El dolor y la ansiedad que ardían en los intestinos de Timo se agudizaron. Metió la mano en el bolsillo de su cazadora y apretó los dedos alrededor del acero frío y duro.
Timo también había concebido que su tesis compensara este argumento con una discusión sobre Estados Unidos, donde la Constitución permite expresamente a los ciudadanos llevar armas y, por tanto, disponer de un medio de fuerza física independiente; denegando en consecuencia al Estado el monopolio de la misma. En cambio, Estados Unidos existía y era una nación próspera.
Miró al otro lado de la calle. Un coche aparcó y una mujer entró corriendo en la tienda. Al cabo de unos momentos volvió a salir con una bolsa y se marcó en el coche. Timo sintió una punzada de algo distinto a la ansiedad de su cuerpo: era su tristeza, su duelo por su yo pasado, el estudiante de filosofía de ojos claros, disciplinado y organizado, que tenía el mundo a sus pies. Pero eso había pasado. Eso fue antes de las drogas.
Salió de la sombra de la esquina, con los estrechos hombros encogidos para protegerse del frío, y avanzó hacia la tienda mientras con los dedos sostenía con fuerza la pistola de su bolsillo.

domingo, 4 de abril de 2010

Teoría Crítica

La Sociedad de Estudios de Teoría Crítica nos anuncia la aparición del número 1 de Constelaciones. Revista de Teoría Crítica. El link de acceso a este primer número de Constelaciones es:


Deseo toda la suerte del mundo a esta iniciativa, tan necesaria, pues, como advierte Boaventura de Sousa Santos:

“El problema más intrigante que hoy afrontan las ciencias sociales puede formularse del siguiente modo: viviendo en el inicio del milenio en un mundo donde hay tanto para criticar ¿por qué se ha vuelto tan difícil producir una teoría crítica?”.

[Boaventura de Sousa Santos, Crítica de la razón indolente: contra el desperdicio de la experiencia, Vol. I, Desclée de Brouwer, Bilbao 2003; El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política, Trotta, Madrid 2005, p. 97].