lunes, 26 de abril de 2010

La política y la ciencia

La relación entre la política y la ciencia se ha planteado casi siempre como si de una vía de dirección única se tratase. El problema era, en la mayoría de las ocasiones, si y cómo la política podía o no influir en la ciencia, y si debía o no hacerlo. Esta es la cuestión afrontada por Max Weber en El político y el científico, resuelta por el autor con una radical afirmación de la neutralidad axiológica de la actividad científica: "Dondequiera que un hombre de ciencia permite la introducción de sus propios juicios de valor, renuncia a tener una comprensión plena del tema que trata". Esta ha sido también la cuestión planteada en las ya viejas discusiones sobre la "ciencia burguesa" y la "ciencia proletaria", o sobre la puesta de los conocimientos científicos al servicio de estrategias poilíticas de dominación social.

La posibilidad contraria, la de que sea la ciencia la que influya sobre la política, también ha sido objeto de abundante reflexión. Más allá del necesario recurso a las personas expertas por parte de quienes ostentan la responsabilidad política con el fin de orientar sus decisiones, la posibilidad de un gobierno tecnocrático o de una "república de los sabios" ha sido, en general, considerada indeseable por antidemocrática


Sin embargo, en los últimos tiempos empieza a plantearse la necesidad de romper con esta separación entre ciencia y política por la vía de incorporar los conocimientos científicos a la propia actividad política.


José Manuel Sánchez Ron publicaba el pasado día 24 en BABELIA una reseña del libro Física para futuros presidentes. Con buen criterio, Sánchez Ron ensalza la figura de los (escasos) gobernantes y políticos ilustrados en materias científicas que en el mundo han sido, citando a Franklin y a Napoleón; y con no tan buen criterio lamenta su ausencia en la actualidad: "Francamente, no veo muchos estadistas de este tipo en la actualidad. Y sí muchos maniobreros de la política, personas en cuya biografía no es posible descubrir más que el esfuerzo temprano y continuado por sobresalir en la arena política. Su carrera, su profesión, es la política". ¿Podría uno igualmente lamentar la abundante existencia de "maniobreros de la academia, personas en cuya biografía no es posible descubrir más que el esfuerzo temprano y continuado por sobresalir en la arena académica"? Podría, claro que sí; y al hacerlo estaría lamentando la escasez de mujeres y hombres de ciencia con vocación de intervención política. Pero lamento contra lamento, seguiríamos estando igualmente alejados de la necesaria religación entre política y ciencia.



En este sentido, resulta de interés el artículo de Emilia Barbu y Marie Lavoie "A Parliamentary Career for Scientists and Engineers", publicado en la Canadian Parliamentary Review, donde examinan las razones de la escasa presencia en el Parlamento de Canadá de personas con formación en ciencias físicas y naturales. Dada la creciente relevancia que las cuestiones científicas tienen en muchas decisiones políticas (energía, cambio climático, transgénicos, aborto, eutanasia, pandemias...) resulta fundamental superar la distancia que aún hoy existe entre el conocimiento científico y la práctica política.

En este caso, las investigadoras canadienses se interrogan sobre los motivos por los que la comunidad científica muestra tan poco interés por la vida parlamentaria. Entre estos motivos destacan dos: a) la distinta y no facilmente conciliable temporalidad de las carreras parlamentaria (sometida a los plazos cortos, apresurados e imprevisibles de la política) e investigadora (caracterizada por los plazos largos, escalonada y previsible); b) el colectivismo organizado de la actividad parlamentaria (sometida a decisiones de los partidos) frente a la actividad relativamente autónoma de los investigadores.

De cualquier manera, Lavoie y Barbu consideran que las universidades y las organizaciones profesionales que agrupan a científicos e ingenieros pueden hacer mucho por incentivar entre los investigadores el interés por participar en política. Y ponen como ejemplo el programa Bridging Government and Engineers, orientado a comprometer a los ingenieros en la actividad política.

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