miércoles, 14 de octubre de 2009

El Antiguo Régimen, de nuevo

Sarkozy funda dinastía política
El segundo hijo del presidente francés, todavía estudiante, se postula para dirigir una multimillonaria agencia estatal [EL CORREO].

«Lo que cuenta en Francia no es nacer en una familia adinerada, sino haber trabajado duro y haber probado tu valor mediante tus estudios y tu labor» [Sarkozy].
¿Seguro?

Si pensamos en cuáles son las variables que mejor pueden explicar las probabilidades de que hoy alguien disfrute de una exitosa inserción laboral, junto a muchas variables intervinientes (tales como el sexo o el nivel de formación, que influyen, pero no modifican la relación de causalidad), encontraremos dos variables independientes fundamentales: a) el año de nacimiento; y b) la inclusión en un entramado de redes familiares y sociales potente.
¿Por qué dar importancia al año de nacimiento? Recordemos lo que señalaba en un interesante reportaje sobre los denominados mileuristas Luis Garrido, catedrático de Sociología de la UNED:

"Cuando yo, que nací en 1956, estudiaba, sólo el 10% de los jóvenes, la inmensa mayoría chicos, conseguía una licenciatura universitaria. Esta claro que ese 10% copó los puestos de élite de esta generación, la del 68, que arrasó. Y que mis coetáneos vimos que estudiando en la Universidad se llegaba lejos y se lo transmitió a sus hijos.
A partir de los ochenta, el porcentaje de estudiantes universitarios se multiplicó, sobrepasando el 30% y sumando a las mujeres, que se incorporaron de forma masiva. Se produjo un vuelco educativo tremendo, incomparable a cualquier otro país europeo. Y no ha habido puestos buenos para todos. Por mucho que queramos, no hay. Y se ha creado número indeterminado de jóvenes frustrados, con una larga trayectoria estudiantil, que no ha rendido, que no ha ganado lo suficiente".[1]

Nada de lo que en estos momentos se dice sobre las vías para acceder al empleo puede aplicarse a los carreras laborales de quienes hemos nacido antes de 1965 y hemos desarrollado toda nuestra vida laboral bajo la norma social del empleo estable. Por eso deberíamos guardarnos mucho de dar según qué consejos a los jóvenes.
¿Y las redes? Refiriéndose al caso de los Estados Unidos, Paul Krugman denuncia la creciente consolidación en ese país de un fenómeno alarmante: “el regreso a la posición social heredada”.[2] Frente al mito ampliamente extendido de la movilidad social norteamericana (eso de que un humilde portero puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos), resulta que ese país se caracteriza por tener una distribución de rentas más estática a lo largo de las generaciones y, por lo tanto, menos oportunidades para progresar, que ningún otro país desarrollado. Las fortunas conseguidas muchos años atrás (“a partir de la explotación o el robo de terceros” apuntilla Krugman) siguen siendo fundamentales para explicar una estructura social enormemente desigual. A la vez que la vía fundamental para la movilidad social ascendente –un buen sistema educativo de acceso universal- ha ido deteriorándose, las posibilidades para la transmisión de privilegios no ha hecho más que reforzarse. ¿Cómo? Mediante la derogación del impuesto de sucesiones, por ejemplo. O mediante redes de influencia, enchufe y cooptación que acaban por configurar auténticas castas económicas, políticas y hasta culturales, en las que los hijos afortunados heredan la posición social de sus padres, más allá de toda prueba de capacidad o mérito. Como señala Krugman:

"Hace treinta años, el ejecutivo jefe de una gran compañía era un burócrata con un buen sueldo, pero no un rico auténtico. No podía legar a sus herederos ni su posición ni una gran fortuna. Los imperiales ejecutivos jefe de hoy, por el contrario, dejarán grandes herencias tras de sí y, además, a menudo también están en situación de conseguirles a sus hijos algún empleo lucrativo".

De ahí la fina ironía con la que Krugman resume su planteamiento: “Estados Unidos es, como todos sabemos, la tierra de las oportunidades. El éxito de una persona depende de su propia capacidad y de su empuje, no de lo que fue su padre. No tiene más que preguntárselo a los hermanos Bush”. En definitiva, “las tendencias políticas, sociales y económicas otorgarán a lo hijos de los que hoy son ricos una inmensa ventaja sobre los que han elegido mal a sus padres”.
Class matters, “la clase importa”, y mucho. Lo demuestra un excelente trabajo de investigación impulsado en 2005 por The New York Times.[3] Como en los tiempos en los que la herencia constituía el hecho dominante en las vidas de las personas, las posiciones sociales vuelven a ser posesiones.[4] Las más preciadas posesiones. ¿Qué queda, en estas circunstancias, del discurso igualitario, central en nuestras sociedades democráticas?

[1] JIMÉNEZ, A. La generación de los mil euros. El País, suplemento Domingo, 23/10/2005.
[2] KRUGMAN, Paul. El gran engaño. Barcelona: Crítica, 2004.
[3] CORRESPONDENTS OF THE NEW YORK TIMES. Class Matters. New York: Henry Holt.
[4] SENNETT, Richard. The Culture of the New Capitalism. New Haven & London: Yale University Press, 2006.

1 comentario:

  1. Reforzando lo dicho en el apartado b) de tu hipótesis ( pertenecer a un núcleo social y familiar potente) David Rothkopf en su libro " El club d elos elegidos" expone lo que es el concepto de "acceso". Cuando habla de acceso lo describe así:
    “Las comunidades de liderazgo se conectan a través de todos los grupos de poder importantes en las empresas y las finanzas, la política y el complejo militar-industrial, las artes y el mundo de las ideas. De hecho, esas conexiones son una característica distintiva de los miembros de la clase superior, como la riqueza o la posición social. Investíguelas, y encontrará una serie eslabonada de conexiones que vinculan a grupos notablemente diversos. Estas conexiones reducen los grados de separación entre las personas, permitiéndoles acceder a otras cuando lo necesitan, operar en el nivel más alto y eficiente posible y, al hacerlo, mantener sus estatus; porque el acceso es celosamente protegido por las personas que lo poseen.”

    ¿Ser hijo de Sarkozy permite tener la oportunidad de pertenecer a la élite?,. Evidentemente nadie lo pone en duda. La meritocracia hoy en día no es lo que parece, si es que algún día de la historia fue un concepto vigente.

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