viernes, 18 de septiembre de 2009

Breve curso de sociología

Uno: El mundo no es lo que aparenta. Por debajo de las obras visibles del mundo humano se encuentra una estruc­tura de intereses y poderes oculta e invisible que el sociólo­go está encargado de descubrir. Lo manifiesto no agota el objeto de estudio, ya que hace falta dar cuenta, asimismo, de lo latente.

Dos: La realidad social no es natural. Los seres huma­nos no se limitan a vivir en sociedad, sino que producen la sociedad para vivir. La realidad social es una construcción humana.

Tres: Si nada es natural, todo puede ser objeto de discu­sión, y todo debe ser justificado. La sociología comienza su labor de subversión en el mismo momento en que aplica a la realidad social su visión peculiar. Resulta muy impor­tante hacer hincapié en que se da este resultado con inde­pendencia de que cada sociólogo tenga o no intención de subvertir.

Cuatro: Si las cosas no son así por naturaleza, ello quiere decir que pueden ser de otra forma. No de cual­quier forma, pero sí de otra. La realidad social es una construcción y como tal puede ser modificada atendiendo, eso sí, a las posibilidades contenidas en la misma realidad social.

Cinco: Los fenómenos humanos no hablan por sí mis­mos. Es un grave error pensar que los fenómenos humanos son transparentes y, por lo tanto, accesibles a cualquier persona de la misma manera. Por debajo de los hechos sociales, por debajo de los acontecimientos humanos, exis­te y actúa todo un complejo de significados, que hay que tener en cuenta.

Seis: El análisis de la realidad social debe tener en cuenta no sólo los hechos -lo que la gente hace- sino también los significados que la gente confiere a sus com­portamientos. Porque tales significados son parte de la realidad social y desconocerlos supone desconocer una parte de esa realidad; porque no tenerlos en cuenta entra­ña el riesgo de imponer nuestra propia interpretación a los sujetos de los hechos que analizamos; porque el sentido que los actores sociales confieren a sus acciones tiene con­secuencias reales.

Siete: Tener en cuenta el significado que las personas otorgan a sus comportamientos no significa aceptar sin más tal significado. Debemos intentar entender por qué la gente piensa que se comporta tal como lo hace, pero no debe bastarnos tal comprensión. Es necesario que nos reservemos el derecho a no creer sus explicaciones.

Ocho: La sociología es una disciplina científica en el sentido de que implica métodos de investigación sistemáti­cos, el análisis de datos, y el examen de teorías a la luz de la evidencia y de la discusión lógica.

Nueve: Nuestro conocimiento no consiste sino en tenta­tivas, en propuestas provisionales de solución, hasta el punto de conllevar de manera fundamental la posibilidad de evidenciarse como erróneo. De ahí que la única forma de justificación de nuestro conocimiento radica en la crítica, en que nuestros ensayos de solución parezcan haber resistido hasta la fecha incluso nuestra crítica más acerada.

Diez: Es fundamental la posibilidad de ejercer la críti­ca recíproca entre las personas dedicadas a la tarea científi­ca. El logro de la objetividad es, en todo caso, una tarea social. De ahí la importancia que tiene la existencia de condiciones sociales y políticas que garanticen el ejercicio de la crítica.

[Publiqué este artículo en EL PAÍS, edición del País Vasco, el 4 de marzo de 1998]

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