domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?

El proyecto de reforma sanitaria impulsado por Barack Obama ha provocado la ira de los conservadores, que lo acusan de querer llevar el país al socialismo.
Desde estos pagos puede resultar chocante la acusación, pero más aún el hecho de que la misma parezca encontrar acogida entre amplias capas de la población estadounidense.
Puede ser esta una excelente ocasión para leer a un clásico de la Sociología, Werner Sombart (1863-1941), y su trabajo de 1906 ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos? que la editorial Capitán Swing Libros ha publicado este año.

"Si el socialismo moderno -escribe Sombart en la introducción del libro- sigue al capitalismo como una reacción necesaria, el país con el desarrollo capitalista más avanzado -es decir los Estados Unidos- debería ser al mismo tiempo el país clásico del socialismo; sus trabajadores deberían ser el soporte del movimiento radical socialista por excelencia". Sin embargo, el socialismo, como ideología y como movimiento sociopolítico, es residual en ese país. "¡Un país sin socialismo a pesar delmás alto desarrollo capitalista!", resume Sombart. Y ello a pesar de que "hay millones de hombres, en Norteamérica, inmigrantes de la última generación, que proceden de países en los que el socialismo se encuentra en pleno auge".

A desentrañar este misterio dedica Sombart su trabajo. Un trabajo que, pese al siglo trabscurrido desde su publicación, continua resultando de enorme interés.
Por cierto, en sus páginas 83-85 desarrolla una reflexión sobre las consecuencias que la partitocracia tiene para la política progresista que supera el tiempo y el lugar al que se refiere originalmente para extrapolarse a nuestra época y nuestra sociedad:

"El denominado spoil-system ... se basa en que el botín es del ganador ..., es decir, a grandes rasgos, que se ocupan los cargos no según las cualidades, sino considerando la afiliación partidista del aspirante. Teniendo en cuenta que esta máxima es válida tanto para los cargos más altos como para los más bajos en la Unión, el Estado, el condado o el municipio, tanto para los secretarios de Estado y directores de comunicaciones como para los oficinistas y policías, se puede entender fácilmente la atracción enorme que ejercen sobre las masas aquellos partidos que realmente pueden participar en esta distribución del botín, es decir, los dos 'grandes' partidos.
Nunca se dará suficiente importancia a las consecuencias de esta estrecha relación entre el partido político y la distribución de los cargos públicos ...
Bajo estas circunstancias, ¿quién quiere ser 'socialdemócrata' y exigir 'el cambio en el actual orden social', si tiene ante sus ojos constantemente la posibilidad de obtener alguna prebenda?".


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